viernes, octubre 3, 2025
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“Michoacán y la caída de los muros taurinos”: Oi esa…

Por Jan Charlie

La reciente decisión judicial que impide la realización de una corrida de toros en Morelia, acompañada del pronunciamiento de la presidenta del Congreso del Estado, Giulianna Bugarini, no es un hecho aislado, es parte de un movimiento nacional que viene derribando poco a poco los muros de la tauromaquia en México.

En Michoacán, la legislación ya prohíbe los espectáculos que impliquen maltrato animal, la intervención de un juez federal, negando un amparo para avalar la corrida, reafirma que la ley no es negociable, y el discurso de Bugarini busca convertir ese acto en un símbolo, “derribar muros y construir puentes de respeto”.

Hasta aquí todo parece congruente, sin embargo, el tema también revela profundas contradicciones sociales y políticas, como sociedad, celebramos la prohibición de la tauromaquia en nombre del respeto a la vida animal, mientras seguimos tolerando otras prácticas de explotación y violencia hacia animales, peleas clandestinas de gallos, sacrificios en condiciones insalubres, espectáculos populares donde se normaliza la crueldad.

Aplaudimos la empatía hacia los toros, pero ¿mostramos la misma indignación frente a la violencia humana que azota a nuestro entorno cotidiano?

En el terreno político, el discurso de “cultura de la paz” y “respeto a la vida” se utiliza como estandarte progresista, útil para conectar con juventudes urbanas y sectores animalistas.

No obstante, resulta inevitable preguntarse, ¿por qué ese mismo empeño no se refleja con igual contundencia en temas como la seguridad, la justicia o la corrupción? La defensa de los animales no debería ser un sustituto de la defensa de la vida humana.

Lo cierto es que Michoacán se suma a una tendencia nacional, Sonora, Guerrero, Coahuila, Quintana Roo, Sinaloa y ahora este estado ya dieron el paso, en otras entidades, como Hidalgo o Baja California Sur, se discuten reformas similares, mientras que en Tlaxcala o Aguascalientes se blindan los intereses taurinos bajo el pretexto de “patrimonio cultural”.

El país se encuentra en un choque cultural, modernidad contra tradición, derechos frente a costumbres.

La eliminación de las corridas de toros en Michoacán es un avance innegable, pero el verdadero reto no es derribar una práctica aislada, sino consistencia ética, que el respeto a la vida animal y humana no sea un discurso selectivo, sino una convicción transversal, de lo contrario, seguiremos levantando muros invisibles incluso mientras celebramos haber derribado algunos.

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