martes, marzo 18, 2025
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El eco de los zapatos y el ruido de la politiquería

Por: Jan Charlie

Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado de la República y destacado líder petista, ha vuelto a generar polémica con sus declaraciones en torno al hallazgo de más de 200 zapatos en Teuchitlán, Jalisco. Su primera reacción no fue de indignación o empatía, sino de duda: “¿Quién dice que esos zapatos son de personas desaparecidas?”. Y en su estilo característico, añadió el ya conocido “Tatati…” como si el asunto pudiera reducirse a una exclamación trivial.

El caso de Teuchitlán es, sin duda, estremecedor, pues el hallazgo de cientos de zapatos en un predio despierta las peores sospechas en un país con más de 100 mil personas desaparecidas. La reacción de cualquier representante público debería ser, al menos, la de exigir una investigación exhaustiva y expresar solidaridad con las familias que, ante este tipo de noticias, inevitablemente reviven su tragedia. Pero Noroña optó por otro camino: relativizar, minimizar y, finalmente, politizar.

Cuando fue cuestionado sobre sus palabras, cambió el tono. Reconoció que se trata de una “herida abierta”, un problema de dimensiones trágicas, y hasta hizo una distinción entre la desaparición forzada y la perpetrada por el crimen organizado.

Sin embargo, en su discurso no faltó la clásica victimización: “la derecha carroñera” es la que está usando este caso para golpear al gobierno de Claudia Sheinbaum, según él. En otras palabras, el foco no es la posible masacre, sino la “campaña” en su contra.

Aquí radica el problema, pues en México, la crisis de desapariciones no necesita más discursos de confrontación política ni evasiones estratégicas. Necesita acciones concretas, voluntad de esclarecer los hechos y, sobre todo, sensibilidad hacia quienes sufren.

Fernández Noroña, con su estilo beligerante, parece olvidar que la indignación no es exclusiva de la oposición. El dolor de las familias no tiene filiación política. Y minimizar un caso como el de Teuchitlán con frases como “Tatati, ta, ta, ta” es una muestra de insensibilidad imperdonable.
En un país donde las fosas clandestinas siguen apareciendo, donde cada zapato abandonado puede significar una vida arrebatada, lo último que necesitamos es que el debate se reduzca a una pugna partidista. La justicia no debe ser rehén de la polarización.

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